Amar no es un gusto, no es un sentimiento, decía un amigo; los gustos son efímeros y los sentimientos volubles. Amar, para mi, es una constante lucha por la necesidad, ¿de qué? de seguir viviendo, pues como motor de vida, es el que nos impulsa a todo. ¿Quién no despierta cada día por amor? ¿Quién no ha roto barreras por amor? Y, ¿quién no ha atravesado fronteras por amor?
Existen múltiples expresiones de amor, todas y cada una de ellas han llenado nuestras vidas de una manera sublime. Celebremos el amor; el puro, el verdadero, el diáfano. En él no caben distinciones de raza, orientación sexual, posición social o religión. En él sólo cabe la paciencia, la tolerancia, la amistad, la complicidad, la comunicación y por supuesto, la pasión.
Durante cuatro años de mi vida he vivido bajo el encanto de esta extraña sensación: el vivir enamorada. Años enteros de amor y rivalidad; de fuerza y debilidad; de tristeza y felicidad; de abandono y entrega. Momentos dulces y agridulces; de estabilidad y desenfreno; de tranquilidad y angustia; de pasión y tedio y de esperanza y desesperación. Contigo lo tengo todo; lo que necesito y lo que no.
Hablar de amor solía ser un terreno el cual yo no quería pisar. La angustia que me producía el tener que enfrentar al amor y estar predispuesta al sufrimiento era una situación que de mi futuro quería descartar. Sinceramente, hay que vivir las historias para aprender a juzgar, y bastó tener la mía para saber que no podía haber perdido la oportunidad de vivir esta aventura sin igual.
Qué rico es celebrar un cumpleaños, y más si es para celebrar el amor; ése que tantas emociones despierta; ése que trasciende toda clase de sentimientos; ése del que tanto alardeo hoy. Y hoy es mi cuarto año de amor, mi aniversario, y que no sea el último, eso espero yo.
¡Felíz cumpleaños, mi amor! (24/06/08)
Annabel Lee.