Oh soledad! Qué bella luces cuando así callas, cuando ni tu presencia logra algún disturbio en mi. Eres mi más fiel compañía, el ingrediente perfecto de todos mis días. Y aunque hay quienes no saben vivir contigo, yo no hago más que seguirte, que compartir contigo mis vivires, mis alientos y mis postraciones.
Eventualmente me tropiezo en el camino con seres extraordinarios, que emanan cantidades de buena energía, lo cual es primordial para la vida de los seres humanos. Estamos normalmente acostumbrados a convivir, a dar, recibir, hablar, besar, abrazar, etc. Pero personalmente he hallado la mejor receptora a los auxilios de todas esas necesidades propiamente humanas, y es ella, mi soledad infinita, y evidentemente palpable para mi.
Quizás sean múltiples vivencias las que me han enseñado a ver a la soledad como una aliada para mi alma; traiciones, mentiras, odios y enemigos, todos estos que me hicieron temerosa a las personas. El ser es un objeto predispuesto a tantas destrucciones por otros seres, que definitivamente su única salvación la logrará hallar en algún recóndito lugar, en donde sólo la soledad pueda ser su más íntima amiga.
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